Lo que vengo a explicar, quizá para plasmar mis sentimientos y no para que ustedes los entiendan, es
una sensación que yo llamo sonríe-para-la-foto. Vendría a ser algo
así como estar en pose todo el tiempo. Cada día, cada minuto, cada
segundo. Sí, en pose. Camino por la calle cuidando la postura,
mirando las baldosas sueltas para no tropezar, intentando hacerlo de
manera femenina pero a su vez relajada y despreocupada. Me preguntan
algo, intento ser coherente y clara, me preocupo por adornar la
respuesta para que me entiendan y dar una buena imagen. Rindo un
examen, intento demostrar todo lo que sé y lo bien que puedo
expresarme. Y, siempre, poso para la foto. Porque mientras se viva en
comunidad, siempre van a existir ojos, pequeños “lentes de cámara”
que te observan y te juzgan, listos para disparar el flash (que a
veces resulta ensegecedor). Así los siento. Porque todo el tiempo te
están sacando fotos y opinando sobre ellas. Y es agotador. Las caras
comienzan a ser siempre las mismas, la sonrisa después de un tiempo
te empieza a temblar, y los flashes tarde o temprano te encandilan.
Y sí, siempre estarán aquellos que
toman las fotos cuando estás en pose. Pero bueno... también estarán
los que se detengan en vos una vez que la foto haya sido tomada.
Siempre me gustaron más las fotos espontáneas. Pero yo no me banco el escrache.
No hay comentarios:
Publicar un comentario